¿Es posible enseñar a escribir?
Hoy encontré este artículo aparecido el El Cultural, del que os dejo un fragmento ¿qué opináis?
Con el comienzo de la temporada literaria, editoriales y escuelas de letras multiplican sus señuelos para atrapar a los interesados en escribir mejor. Pero ¿sirven para algo manuales y cursos? ¿La escuela no es suficiente? ¿Es tan penosa la situación del español? El académico José Antonio Pascual, responsable del Diccionario Histórico de la RAE, que lanza en otoño su Diccionario Esencial; José Antonio Millán, que acaba de publicar El candidato melancólico (RBA) sobre el origen de las palabras; Juan Pedro Aparicio, director del Instituto Cervantes de Londres (en octubre el Cervantes lanza su Saber escribir), Alejandro Gándara, creador de la Escuela de Letras y colaborador de la Escuela Contemporánea de Humanidades, escritor y bloguero y Andrés Barba, profesor de la ECH y autor, toman la palabra.
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Para empezar, los invitados a estas páginas niegan la mayor: no es cierto que hoy se hable y escriba en España peor que nunca, lo que haría necesarios, casi imprescindibles, cursos, diccionarios y libros para aprender a escribir. Así, para el novelista Andrés Barba la situación no sólo “no es mala, sino que no hay motivos para el pesimismo, quizá sólo es poco atrevida, pero está en un momento editorial magnífico”. Claro que él habla como creador. Los filólogos matizan bastante más. Por ejemplo, José Antonio Millán admite no conocer estudios amplios sobre el tema, pero no tiene tan claro que la situación sea penosa ni con qué se compara, si con la España de hace 50 años o con la Francia actual. De hecho, y como apunta Juan Pedro Aparicio, director del Cervantes de Londres, “la evolución del lenguaje debido a los medios de comunicación de última hora, móviles y todo eso, es similar a la de los países de nuestro entorno. Seguimos, sin embargo, en peores condiciones por lo que se refiere a nuestro sistema educativo que siempre ha valorado poco o ha atendido con desmaña la enseñanza de la expresión oral o escrita”. Y es que, para Aparicio, la clave de todos los problemas radica en la educación: “Creo que hay un deficit en ese tipo de enseñanza, al que no dedicamos el tiempo suficiente. Y acaso debiera empezarse por la comunicación oral, acostumbrando al niño a expresarse con propiedad. De ahí es fácil pasar a la escritura. La universidad, al menos entre nosotros, no está pensada para enseñar a expresarse, se supone que quien llega a ella ya sabe hacerlo suficientemente.” En eso coincide con Millán, porque, a juicio de éste, “la raíz de todo está en la escuela: ahí es donde se forjan los hábitos (y la ortografía tiene mucho de hábito) y las habilidades (el dominio de los recursos de la lengua). La universidad coge a los estudiantes ya formados, pero no debería permitir licenciarse a personas que escriben con faltas de ortografía...”
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